Otro aniversario más

Este fin de semana se cumplen 16 años desde la creación de este pequeño espacio virtual desde el que, muy de cuando en cuando, lanzo algunos pensamientos al ciberespacio. Quizás estaría bien que reflexionase y escribiese sobre todo lo bueno que me ha traído la decisión de comenzar a escribir sobre mis aficiones en un blog para animar este 2020 pandémico y distópico. Quizás lo haga más adelante, cuando organice mis pensamientos.

Mientras tanto, permítanme que me felicite a mí mismo por haber tomado esa maravillosa decisión.

La Gran Novela de la Patrulla-X

Este verano Panini ha finalizado la publicación de La Gran Novela de la Patrulla-X de Ed Piskor, uno de los acercamientos a la historia de los X-Men más interesantes en concepción y ejecución que podemos encontrar en nuestras tiendas. Ed Piskor (Pennsylvania, 1982) es un artista de la escena underground americana que se formó en la Kubert School y, tras realizar diversas publicaciones, pasó a colaborar con Harvey Pekar, con quien trabaja en uno de los proyectos vinculados a su conocida obra American Splendor. Desde entonces, Piskor ha ido ganando cada vez más popularidad y reconocimiento, especialmente tras ganar un premio Eisner en 2015 por su obra Hip Hop Family Tree, publicada por Fantagraphics, en la que documenta los orígenes de este popular género musical. Además, Piskor es un gran fan de los X-Men, especialmente de su etapa más clásica, lo cual se reflejará en su X-Men: Grand Design, la obra traducida en España como La Gran Novela de la Patrulla-X.

Esta trilogía supone una reinvención cronológica de las historias clásicas de la Patrulla-X hasta el final de la etapa de Chris Claremont, es decir, aproximadamente se comprimen los primeros treinta años de historias de la franquicia mutante, lo que equivale a la mitad de su trayectoria editorial. A lo largo de los tres volúmenes, Ed Piskor nos ofrece su visión personal de muchos de los grandes momentos de las famosas sagas protagonizadas por los alumnos de Charles Xavier, produciéndose, en cierta manera, una reivindicación de los cómics escritos por Claremont a lo largo de los más de quince años en los que fue el gran arquitecto del mayor éxito comercial y artístico de la Marvel de los años 80.

Hay que destacar, por lo tanto, la gran labor de sintetización que Piskor realiza en la trilogía. El gran punto fuerte de la obra radica en cómo se destacan determinados momentos cruciales que el autor va enlazando de forma orgánica para crear una versión propia de la historia-río escrita por Claremont y otros autores a lo largo de los años. Existe un enorme trabajo de documentación que se aprovecha para convertir la obra en una fantástica carta de amor a la Patrulla-X a través de una reimaginación del lore de la franquicia mutante, a la que se aporta uniformidad y coherencia incluyendo de forma natural aspectos y elementos que fueron originalmente incluidos mediante retrocontinuidad. También hay que señalar que Piskor no se conforma únicamente con la reorganización de estos elementos, derivados de injerencias editoriales en la mayoría de los casos, sino que también se toma licencias en muchos momentos, incluyendo diseños vistos en las películas de FOX y los uniformes que más le gustan de los personajes, por ejemplo. Otro momento en el que se aprecia esta libertad del autor tiene lugar con ese final homenaje a la gran saga Días del Futuro Pasado que también supone una referencia a la serie animada de los X-Men emitida en los años 90 y que tan admirada es por los fans de la Patrulla-X desde entonces.

En el apartado gráfico, no podemos pasar por alto que Piskor posee un estilo muy característico y que su dibujo se aleja totalmente del esperado en los cómics mainstream. Este carácter underground se refuerza con un tipo de narrativa también totalmente opuesto al del género de los superhéroes, destacando una composición de página destinada a narrar a través de cuadros de texto antes que a incluir la acción típica de los cómics de esta categoría. Además, es fundamental el tipo de color escogido, que recuerda el característico coloreado “a puntitos” de los cómics de la época. Este coloreado se aplica también a la reedición de los tres cómics clásicos que Piskor seleccionó para acompañar a cada una de las partes de la trilogía: The X-Men 1, Giant Size X-Men 1 y The Uncanny X-Men 268. Cada uno de estos tres cómics supone un momento fundamental para la historia editorial y argumental de la franquicia mutante y el autor los elige de forma totalmente acertada, en mi opinión. Como aspecto negativo, creo que el tipo de papel satinado seleccionado por Panini para la edición española no sabe sacar todo el partido al coloreado y resta un poco de efecto a la labor del autor.

Una vez concluida su lectura, puedo afirmar que la trilogía de La Gran Novela de la Patrulla-X pasa a convertirse en una de las obras de referencia para todos los antiguos seguidores de la franquicia y que puede llegar a ser en un buen recurso para aquellos nuevos lectores que quieran introducirse en el pantanoso terreno mutante mediante una versión resumida y algo adulterada de las historias más clásicas. 

Panini Cómics ha editado la obra en formato rústica, en tres volúmenes de 120 páginas aproximadamente que cuestan 18€ cada uno y que tienen unas dimensiones de 23,5×33 cms.

Outer Darkness: Todos contra todos.

John Layman (USA, 1969) ha tenido una amplia carrera como editor y guionista en muchas de las compañías de cómic de los Estados Unidos, habiendo trabajado en Marvel, DC o WildStorm y, también, en compañías más independientes, como Oni Press o IDW. Alcanzó gran reconocimiento gracias a la imaginativa obra Chew de Image Comics, ganadora del premio Eisner a la mejor nueva serie en 2010. Si Chew destacaba por ser un derroche continuo de imaginación, Outer Darkness no se queda atrás y a ello contribuye decisivamente Afu Chan, artista que en esta obra destaca por el diseño de personajes, la estética limpia, pero siniestra, de los espacios en los que transcurre la historia y por su genial narrativa.

OUTER DARKNESS VOL1Outer Darkness supone un interesante giro al género de la space opera. Toma como principal referente el universo de Star Trek y, aunque sigue fielmente las convenciones de las aventuras espaciales al presentar una clásica misión condenada, Layman aprovecha esta circunstancia para introducirnos en el universo que ha creado, caracterizado por la inusual convivencia entre la magia y la ciencia. Entraríamos así en un terreno que creo que ha sido pocas veces explorado, la ciencia ficción mágica, en el que la tecnología es el resultado de la combinación de la magia y las fuerzas de la naturaleza, concretamente en la interacción entre las matemáticas y los hechizos. Layman y Chan consiguen presentar rápidamente este concepto tan sorprendente y lo hacen de una forma hasta cierto punto interactiva, ya que los lectores tendremos que ir rellenando los huecos y atando cabos sobre las características del entorno por el que se mueven los protagonistas. La obra también se mueve en el género del terror espacial y, para luchar contra los espíritus espaciales, la tripulación contará con oráculos, exorcistas, sacrificios al dios olvidado que ejerce de motor de la nave y la posibilidad de resucitar atrapando el espíritu en otro cuerpo antes de partir hacia el “más allá”.

La referencia a Star Trek no es únicamente temática, sino que también se aprecia en su estructura, que recuerda a la serialización episódica televisiva. Además de la misión principal presentada en el primer capítulo, Layman aprovecha cada episodio para dar protagonismo a diferentes personajes, gracias a lo que conoceremos a la tripulación. Destaca el capitán, Joshua Riggs, que es odiado por prácticamente todos los demás habitantes de la nave Caronte por su carácter autoritario, temerario e impasible. Entre sus subordinados destacan el primer oficial Alastor Satalis, la administradora Prakash, el navegante Elox y el cabo primero Sato Chin. Todos ellos traman de alguna manera la muerte de Riggs, dando lugar a una lucha de poder que es otro gran atractivo de la serie. 

Además de destacar por el misterio y la caracterización de los personajes, es importante señalar que Outer Darkness tiene las dosis de humor justas y necesarias y, cómo no, se trata de un humor bizarro, cínico y oscuro. De esta manera, Afu y Layman consiguen que nos sintamos cómodos en este viaje espacial tenebroso, en el que el peligro no viene únicamente de los enemigos que puedan atacar la nave en forma de espíritus malvados o necrotormentas, sino, principalmente, de los miembros de la tripulación de la Caronte. 

Planeta Cómics ha editado el primer volumen de la primera temporada de Outer Darkness en formato cartoné. Cuesta 16,95€ y contiene los seis primeros números USA de la serie  (160 páginas).

¿Me estás escuchando?

Tillie Walden (Austin, Texas, 1996) es una de las artistas más interesantes del cómic indie norteamericano. Ganadora de dos premios Ignatz en 2016 por dos de sus primeras obras y de un Eisner en 2018 por su obra autobiográfica Piruetas, Walden se consagra en ¿Me estás escuchando?, por la que también ha sido nominada a tres premios Eisner en 2020. Apenas tendremos que esperar unos días para averiguar al fin si consigue el preciado reconocimiento en las categorías a Mejor Novela Gráfica, Mejor Escritor/Artista y Mejor Rotulista. Mientras tanto, conozcamos un poco más la obra.

Editada en España por La Cúpula, ¿Me estás escuchando? es una historia de amistad, empatía, autoaceptación y superación personal que transcurre a lo largo de un viaje por la América más profunda y tradicional, un entorno que se verá transformado mágicamente a lo largo del road trip que emprenden Bea y Lou, las protagonistas. Ambas se tropiezan por casualidad en un momento muy complejo de sus vidas del que están huyendo sin saber muy bien a dónde dirigirse. Su encuentro fortuito cambiará sus destinos, especialmente cuando se una a su viaje Diamond, una gata perdida a la que tratarán de llevar a su casa.

A lo largo del camino que recorren las tres protagonistas, seremos testigos de una doble transformación. En primer lugar, asistiremos a la evolución de la relación entre Lou y Bea, quienes experimentarán unas vivencias que les hará superar sus traumas para afrontar el futuro con mayor positivismo y madurez. Inicialmente, se producen continuos desencuentros entre ambas por encontrarse en momentos vitales muy distanciados, ya que, mientras Bea vive en un mundo de secretos y represión del que quiere salir, Lou vive su homosexualidad de forma natural y sin grandes inconvenientes, a pesar del entorno conservador en el que habita. A medida que se conozcan mejor durante el viaje, descubrirán que se necesitan mutuamente para vencer sus miedos. Destaca el momento en el que el título de la obra se vuelve relevante, que es, sin duda, el instante de mayor realismo de la novela gráfica y da sentido a la relación entre las chicas, puesto que Bea consigue completar el tránsito a la madurez y provoca que Lou relativice su propio malestar personal al confrontar una realidad tan dolorosa como la que había estado viviendo su amiga durante años.

Por otro lado, a nivel estético Walden utiliza la presencia de Diamond como recurso para incluir la obra dentro del realismo mágico. Una vez que la gata pasa a formar parte del viaje de Bea y Lou, la atmósfera adquiere cada vez más importancia y se ve transformada para acoger la presencia de elementos fantásticos, mágicos y oníricos que las chicas perciben como parte de la normalidad. La misteriosa gata provocará el cambio constante del clima, atraerá la presencia y amenaza de los empleados de la Oficina de Asistencia en Carretera y causará la alteración del paisaje y las carreteras por las que transiten las protagonistas. La sensación de ensoñación se potencia con el uso del color, que se va adaptando a cada situación, aunque predominan los tonos crepusculares, destacando colores como el rosa, el violeta y el naranja.

La Cúpula ha publicado ¿Me estás escuchando? una edición rústica con solapa que cuesta 29,5€.

¡Enciende tu cosmos!

Saint

Hay momentos de la infancia que son decisivos. En mi caso, aquel fin de semana en el que descubrí a Los Caballeros del Zodíaco. Como ya expliqué en una entrada de este blog hace muchísimos años, ese día cambió mi vida. Con la serie llegó el manga. Con el manga las visitas habituales a la tienda de cómics. Con las visitas habituales a la tienda de cómics el hábito de comprarlos. Así hasta hoy, unos 30 años después.

Hyoga de Acuario 2

Cuando era pequeño tenía varios caballeros de juguete. Camus, Hyoga, Shun, Seiya, Marin… Esos juguetes acabarían siendo regalados por mi madre a los niños sin dinero y ahí acabó la cosa. Hasta este verano. Después de años resistiéndome, he comprado mi primer myth cloth. Por supuesto, ha sido el de mi caballero favorito, Hyoga, pero vistiendo la armadura de Acuario, mi signo zodiacal.  Además, ya he encargado una de Seiya vistiendo la armadura de Sagitario, una de Shiryu vistiendo la armadura de Libra y otra de Sigfried de Alfa, uno de los caballeros de Asgard.

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Por si fuera poco, he completado la colección de la serie de animación y películas y estoy leyendo dos de las series que amplían el universo Saint Seiya: Saintia Sho y Myth Hades. De momento me parecen bastante entretenidas.

Así que se podría decir que sí, que he encendido mi cosmos este verano.

The Authority: El año perdido

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Cuando Warren Ellis y Bryan Hitch dieron un golpe de mesa en las páginas de la serie StormWatch y, tras una magnífica remodelación paulatina de la misma, la transformaron en The Authority, sentaron las bases para que cualquier equipo artístico que viniese después realizase historias de gran carga épica con los personajes. Por esta razón, cuando se anunció que Grant Morrison y Gene Ha se hacían cargo de la serie hubo muchas reacciones de júbilo, la mía incluida, que finalmente se tornarían en suspiros de decepción al comprobar que apenas duraron dos números y que el proyecto parecía cancelado. Era una lástima porque, tras la etapa de Robbie Morrison y la posterior estancia de Ed Brubaker al guión, se hacía más que evidente que The Authority necesitaba un revulsivo que la sacara del ostracismo en la que se encontraba y Grant Morrison parecía el indicado. No fue hasta varios años después cuando WildStorm anunció que Keith Giffen continuaría lo empezado por el escocés más irreverente de los cómics (sí, no tengo en cuenta a Mark Millar). Giffen y Morrison hablaron por teléfono y la historia continuó en la misma línea, con los personajes atrapados en un mundo alternativo tras una avería de El Transporte, el misterioso y desconocido cuartel general/arma del equipo.

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El año perdido, como se rebautizó a la serie (ahora serie limitada), resulta bastante decepcionante en su ejecución, aunque hay momentos que valen la pena y hacen que, en conjunto, la obra mejore y no resulte un despropósito. Tomando la idea que Morrison plantea sobre el mal funcionamiento de El Transporte, Giffen se centra en desarrollar la psicología del equipo, tanto de cada uno de los componentes, como del grupo en conjunto, a través del contraste que va presentando con las versiones alternativas de The Authority con las que conviven en cada uno de los mundos que visitan. La visión de estas versiones tan distintas de sí mismos creará algunas crisis en personajes como Apollo, Engineer o Jack Hawksmoor, que serán resueltas a lo largo de la miniserie. Esto recuerda un poco al trabajo de Giffen en la JLA/JLE/JLI de DC, paralelismo que se explota en uno de los momentos álgidos de la obra, la saga que realiza con J.M. DeMatteis (su compañero en la famosa etapa de la Liga) que es un claro homenaje a su trabajo previo y es quizás donde más humor encontramos y donde más interés se despierta en el lector. También la última saga es muy potente y nos deja varias imágenes y reflexiones para el recuerdo.

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En resumen, The Authority: El año perdido es una obra peculiar, que parte de la idea de un escritor pero que el desarrollo de otro guionista termina por dotar de cierta entidad, aunque el resultado esté muy alejado de los grandes trabajos de ambos. A este resultado contribuye la ingente cantidad de dibujantes, demasiados para únicamente doce episodios, lo que resta estabilidad al conjunto. También hay que señalar que la edición de ECC es algo cara, como casi todos sus tomos, pero es efectiva y no quedará mal en tu estantería.

Blame!, un futuro distópico por Tsutomu Nihei

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Hace unos meses Panini comenzó la reedición de Blame!, el manga distópico creado por Tsutomu Nihei hacia finales de los años 90 y que, hasta el día de hoy, es uno de sus mayores éxitos a nivel mundial.  Publicada en edición kanzenban, Blame! nos muestra el viaje del aventurero Killy para encontrar humanos con genes de conexión a través de La Ciudad, una súper estructura que rodea la Tierra  que está formada por miles de niveles interconectados que no paran de crecer gracias a los androides constructores de El Sistema, la inteligencia artificial que domina La Ciudad,  una empresa que parece difícil y que se irá mostrando casi como imposible a lo largo de la obra. Representante del género del cyberpunk, Blame! nos sumerge en un silencioso, post-apocalíptico y trágico recorrido en busca de unos genes puros que bien podrían no existir ya a pesar de que habrá varias facciones que persigan un objetivo similar al del protagonista.

Blame!

Hay varios elementos que destacan de forma llamativa en esta obra. En primer lugar, es de justicia hablar de la narrativa y  del diseño de fondos de La Ciudad que plasma Nihei, puesto que se convierten en protagonistas al mismo nivel que los personajes que van apareciendo. Esto es así porque la mayoría de las páginas entre batallas sirven para el lucimiento visual y narrativo del autor, quien demuestra un amplio dominio de las perspectivas y del diseño de estructuras imposibles, así como de un gran dominio de la cadencia para compaginar las escenas de acción con el interminable devenir de Killy en su viaje. Basada en el concepto de la esfera de Freeman Dyson, La Ciudad es un lugar amenazador en todo momento, incluso cuando no se perciba la cercanía de ninguno de los múltiples enemigos que se irá encontrando Killy en su camino. Este rasgo se verá potenciado cuando, de la nada, surjan de los recovecos de este mundo post-apocalíptico los sórdidos androides dispositivos de seguridad, los inconmensurables constructores o los temibles Seres de Silicio a los que Killy tendrá que hacer frente en solitario o junto con sus ocasionales aliados.

Blame!!

Por otro lado, me gustaría destacar el uso estilístico del silencio hecho por Nihei, ya que es una obra en la que los pocos diálogos que podemos leer sirven para reubicar en la trama al lector , quien durante las páginas previas probablemente haya sido testigo del viaje solitario y silencioso de Killy  a través de los distintos niveles de La Ciudad, una estructura inmensa, casi infinita, y prácticamente vacía, en la cual los pocos humanos supervivientes están bien escondidos de los múltiples enemigos que los acechan. Los únicos que acompañan a nuestro protagonista en el viaje son esos extraños ruidos, representados mediante onomatopeyas, que tienen como función dar vida al escenario. A pesar de esta forma casi minimalista de desarrollar la historia, Nihei va aportando la información necesaria para el lector, bien por las breves secuencias de diálogo o bien a través de avisos y mensajes visuales contenidos en el gran escenario que es La Ciudad. Este abuso del silencio llega a ocasionar confusión en algunos momentos, especialmente hacia el final, del cual, he de decir, no sé si he comprendido el significado en su totalidad.

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Finalmente, hay que señalar también que el diseño de personajes es muy significativo. Killy y su inseparable pistola de partículas todopoderosa, Cibo, Sanakan, los temibles androides del dispositivo de seguridad o los asombrosamente diseñados Seres de Sicilio contrastan con la inmensidad espacial en la que transcurre la historia por su excesivo pero simple diseño, acorde con las batallas que se plantean. Y es que las escenas de acción están hechas para el deleite visual del lector y Nihei pone todo de su parte para que las batallas resulten atractivas, llamativas e inesperadas. La contundencia visual en Blame! es abrumadora.

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Blame! es uno de esos mangas que entran en la categoría de «clásico en su género» y que gracias a la reedición de Panini he podido disfrutar. Su lectura es ágil, aunque en ocasiones confusa, y la narrativa casi muda te va llevando a través de La Ciudad casi como si fueses un compañero de viaje del protagonista.  No siempre sabrás lo que está sucediendo porque la manera de contar los sucesos que han llevado a Killy a emprender el ascenso de la megaestructura no se cuentan de forma lineal ni de forma directa en algunas ocasiones, pero al final te quedarás con casi todas las respuestas. Por cierto, recientemente se ha estrenado en Netflix una película basada en parte de la historia original que también recomiendo.

Para más información sobre el argumento, recomiendo consultar su página en wikipedia (también en inglés)

Fuimos gigantes

Hay relaciones que parecen destinadas a ser para siempre. Es la historia de un amor que nació para ser grande…eterno. Scott Summers y Jean Grey. Una pareja a la que el amor les encontró siendo jóvenes. Les vimos crecer, madurar, separarse, volver a encontrarse, cambiar, luchar, morir, buscar refugio en brazos de otras personas, resucitar, reencontrarse, no saber cómo actuar uno frente al otro, volver a enamorarse, conocer a sus hijos del futuro, casarse, irse de luna de miel, vivir como una extraña pareja, luchar, perderse, encontrarse de nuevo, dudar de su amor, separarse, encontrar el amor verdadero con otra persona, morir, seguir adelante, cambiar, liderar y morir, ser jóvenes de nuevo y no querer cometer los mismos errores. Resucitar. Estar solos.

Y como el tiempo no perdona, se nos olvidó luchar…

Fuimos el aire, fuimos el viento, como una tormenta tú y yo fuimos grandes.

Hoy no queda nada. Fuimos gigantes.

Fuimos gigantes

 

La Gramola de Graymalkin Lane

Un año más, una edición más de La Gramola de Graymalkin Lane. En esta ocasión, y como siempre, una versión de disco, un directo y una cover. A destacar que es una edición centrada en concursantes de talent shows, siempre tan menospreciados por ser productos prefabricados y que tanto y tan bueno suelen ofrecer durante su participación en el concurso de turno.

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Adam Lambert. Whataya Want From Me. Una de las mejores voces del panorama musical internacional, Lambert lleva unos años sustituyendo a Freddie Mercury al frente de Queen. El tema que comparto es uno de los primeros éxitos de este artista salido de American Idol.

 

Amaia Romero. Shake It Out. La edición 2017-18 de Operación Triunfo será recordada por muchas cosas. Por volver a generar un fenómeno fan como no se vivía desde la edición de 2001. Por ser casi el mejor ejemplo de producto transmedia creado en los últimos años. Por encontrar a un montón de triunfitos millennials con talento y conocimientos musicales. Por muchas de las intervenciones de los participantes en las galas. Y por este numerazo de Amaia versionando a Florence+The Machine en uno de los temas más importantes de mi vida.

 

Jena Irene. Creep. Versionar a Radiohead es atreverse mucho. Hacerlo con tanto nivel y sensibilidad, es síntoma de calidad. A continuación, otra gran concursante de American Idol.

Como bonus, Agoney Hernández con Je suis venu te dire que je m’en vais, otro de los últimos concursantes de OT, interpretando este temazo versionando a Rufus Wainwright versionando a Serge Gainsbourg. Una de los dos temas más escuchados en mi Spotify en lo que va de 2018.

Siempre pensando en cómics…

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Nunca llegué a pensar que un personaje tan perdido durante décadas como Cíclope pudiera ser echado tanto de menos en la Marvel actual. Desde ResurrXión, no paro de pensar en lo mucho que los grupos X necesitan a Scott Summers (a su versión adulta, en concreto).