8 años en la blogosfera

¿Han tenido alguna vez esa sensación de envejecer de golpe? A mí me ocurre con cierta frecuencia. Por ejemplo, al comprobar el año de publicación de ese CD que tanto me gusta, o al comprobar que hace 15 años que se estrenó mi serie favorita o, simplemente, al darme cuenta de que hace más de 20 años que conozco a algunas personas. El tiempo pasa de forma inexorable. La última vez que sentí que envejecía de golpe fue el sábado, cuando, al programar mi penúltimo post, me di cuenta de que hoy se cumplen 8 años de la creación de Graymalkin Lane.

Decirlo da hasta un poco de vértigo: ocho años. Vale que mi constancia haya sido un tanto irregular  Vale que la constancia haya brillado por su ausencia, pero mantener un «hobby» durante ocho años es algo digno de mención. Sobre todo cuando me ha ayudado a expresar determinadas ideas que pasan por la cabeza al realizar la lectura de mis cómics o el visionado de series y películas, me ha ayudado a sobreponerme a determinados logros no conseguidos y, no puedo obviarlo, me ha acercado a mucha gente con la que comparto hobbies e inquietudes  a la que hoy en día considero amigos y que, sin el blog, no sé si habría llegado a conocer.

Y todo porque un día hace 8 largos e intensos años estaba aburrido y decidí probar qué era eso de bloggear.

Saga. Capítulo 1. Brian K. Vaughan y Fiona Staples

«… las ideas son cosas frágiles. La mayoría no viven mucho tiempo fuera del éter de donde las sacaron, gritando y pataleando. Por eso la gente se junta con otras personas para crear algo. Dos cabezas pueden aumentar las probabilidades de supervivencia de una idea…»

Brian K. Vaughan. Saga. Capítulo 1.

Cuando Brian K. Vaughan irrumpió con fuerza en el cómic americano hace unos años, a pesar de ya haber realizado incursiones tiempo atrás, sus obras arrojaron un enorme soplo de aire fresco que se diversificó, principalmente, a través de tres grandes creaciones: Runaways, donde reformuló las convenciones de los superhéroes adolescentes; Ex-Machina, donde llevó al mundo superheroico las tensiones políticas del siglo XXI; y, especialmente, Y, el último hombre, un épico viaje al corazón de la humanidad tras una crisis mundial que dejó a las mujeres con el papelón de sacar adelante al planeta. También escribió historias menores en Ultimate X-Men y alguna cosilla suelta más antes de abandonar temporalmente el cómic y centrarse en proyectos televisivos, ámbito en el que ya venía desarrollando un importante papel en la mítica serie LOST (a la que, creo, salvó del desastre absoluto a partir de su tercera temporada). Si bien Vaughan no ha abandonado el mundo de las series de televisión, Saga es, según sus palabras, una historia que surgió para ser contada exclusivamente en viñetas y he de decir que el resultado es cuanto menos excitante.

 Concebida como un viaje a través de la paternidad/maternidad tras el nacimiento de la segunda hija del escritor, Vaughan y la excelente dibujante Fiona Staples nos regalan en Saga una nueva odisea espacial con toques de mitología fantástica (o viceversa) en la que una guerra entre dos planetas (o entre un planeta y su satélite) muy diferentes sirve como catalizador para presentarnos  un universo de ficción lleno de reglas que aceptamos sin cuestionar porque no desentonan en el devenir de la historia y en el que el ambiente está tan conseguido como los personajes que lo habitan, incluidos los aspectos mágicos y tecnológicos enfrentados en la guerra. En ese sentido, me recuerda muchísimo a Firefly, la serie maldita de Joss Whedon, en la que también se creaba un mundo de ficción que funcionaba perfectamente desde el primer momento y en el que los escenarios eran tan importantes como las aventuras de sus protagonistas. Si bien en este tomo sólo se nos han presentado a conciencia algunos escenarios, éstos resultan de una importancia vital para la historia y, mientras Vaughan consigue que sus personajes se muevan como pez en el agua en ellos, Staples realiza una soberbia caracterización que, junto a un diseño exquisito, hace ganar calidad a la obra de forma casi infinita.

Los personajes son otro de los puntos fuertes de la obra. Marko y Alana, la pareja protagonista cuya odisea narra desde el futuro su hija Hazel, resultan plenamente creíbles dentro de su universo ficcional y la interacción con otros personajes secundarios, así como los sucesos pasados que se narran, contribuyen a darles de una profundidad muy interesante para apenas llevar seis números, de los más de 60 que confiesa Vaughan querer hacer,  al acabar el tomo. El diseño de los personajes es uno de los grandes aciertos de Staples, quien, además, consigue maravillarnos con el lenguaje corporal de sus creaciones al transmitir a la perfección todo tipo de emociones en los gestos de estos extraterrestres a medio camino entre la fauna terrestre o una vieja televisión y los seres los humanos, llegando a sorprendernos con las emociones transmitidas por un personaje cuya cabeza es una televisión. Increíble la labor de Fiona Staples.

Como tampoco quiero descubrir mucho de la trama, simplemente voy a acabar recomendando especialmente esta obra a los fans de Star Wars, Galactica, el Señor de los Anillos y, por qué no, Doctor Who (y, por supuesto, a los lectores de todas esas sagas literarias espaciales), ya que hay un poco de todas estas grandes sagas en la Saga de Brian K Vaughan. Es altamente disfrutable por ahora y lo único malo que tiene es que, por el momento, el siguiente capítulo sale en los USA el mes que viene, así que vamos a tardar un tiempo en ver la continuación de este tomo en España.

Aniquiladores: Devastación

Guión: Dan Abnett y Andy Lanning.

Dibujo: Miguel Sepúlveda, Tan Eng Huat y Timothy Green II.

Tomo Panini. 208 Páginas. 15€.

Dan Abnett y Andy Lanning han sorprendido a muchos lectores durante estos últimos años al revitalizar por completo el apartado cósmico de Marvel. Partiendo del evento Aniquilación, en el que Nova y otros aliados hicieron frente a la invasión de Annihilus y sus huestes de la Zona Negativa, la pareja de guionistas ha desarrollado una historia-río que ha dejado momentos tan importantes como la creación de un nuevo grupo de Guardianes de la Galaxia, el sacrificio de muchos héroes cósmicos para detener a una invasión universal o la guerra entre los reyes de diversos imperios galácticos. Han sido historias que han tenido un nivel desigual, sobre todo las últimas de la saga, donde los guionistas ya acusaban cierta repetición de fórmulas.

Personajes como Dragón Lunar, Quasar, Phyla-Vell, Rayo Negro, Starlord, Vulcano, Medusa, Galactus y sus heraldos o el mismísimo Thanos han ido tomando y cediendo el protagonismo durante años en una odisea cósmica que, en muchos aspectos, recuerda a otras historias – río como El Señor de los Anillos o Canción de Hielo y Fuego, con las que comparte muchos aspectos, especialmente la épica de esperar siempre lo inesperado y el drama a menudo acompañado de muertes dolorosas para el lector. Todo ello para llegar hasta el tomo que voy a comentar a continuación.

Aniquiladores: Devastación contiene la miniserie publicada entre mayo y agosto de 2011 en la que DnA presentan al nuevo súper grupo que protegerá la galaxia tras la muerte de la mayoría de los componentes de Los Guardianes de la Galaxia. Como bien comentan en la historia, se trata de personajes de poder casi absoluto y que forman un no-grupo cósmico al igual que los miembros de Los Defensores lo hacen en La Tierra: Gladiador, el emperador Shi’ar, Estela Plateada, el heraldo de Galactus más popular, Ronan el Acusador, cuyos lazos con la inhumana Crystal han dado mucho juego en los últimos años, Bill Rayos Beta, el extraterrestre con el poder de Thor, y Quasar, el terrestre protector del universo que se convertirá en el narrador de la historia para lograr que los lectores empaticemos con sus protagonistas. Este grupo, reunido por Cosmo, el perro telépata, se verá completado con la llegada de Ikon, la miembro más letal de los Caballeros del Espacio, cuyas aventuras en la serie ROM dieron a Marvel algunas alegrías allá por los años 80 en manos de Bill Mantlo, a quien el tomo homenajea en gran medida, al incluir no sólo estos conceptos, sino también una actualización del origen de Mapache Cohete, cuya miniserie original escribió Mantlo.

El punto fuerte de Devastación consiste,  precisamente, en explorar uno de los pocos conceptos cósmicos de Marvel que los guionistas aún no habían tocado en profundidad durante esta epopeya cósmica que han desarrollado en los últimos años: la lucha entre los Fantasmas Espaciales y los Caballeros del Espacio. DnA no dudan en reutilizar a estos antiguos personajes y suplen la falta del héroe más carismático y reconocido, ROM (cuyos derechos no pertenecen a Marvel desde hace muchos años), con la presencia de Ikon, la unión  y las diferencias de caracteres de los Aniquiladores y, sobre todo, con la introducción de un nuevo plan de los Skrulls para recuperar el poder perdido. Quizás la historia peque en algunos momentos de falta de interés en los protagonistas y de ausencia de carisma en los villanos, pero considero que es una grata lectura cósmica que recuerda en muchos momentos a Los Guardianes de la Galaxia, aunque los guionistas no parecen tan inspirados como en aquella serie. El dibujo de Tan Eng Huat me parece muy correcto y con momentos magníficos, aunque preferiría que hubieran mantenido a Miguel Sepúlveda, quien se encarga del One-Shot que abre la historia.

El tomo español contiene también una miniserie protagonizada por los personajes más estrafalarios que han manejado DnA en su deambular cósmico: Mapache Cohete y Groot. A pesar de que ambos personajes se han ganado el favor de los lectores hasta el punto de ser dos de los futuros protagonistas de la película que Marvel Studios realizará sobre Los Guardianes de la Galaxia, quedaban muchos aspectos de su pasado en los que profundizar y en esta historia conoceremos muchos nuevos acontecimientos del origen de ambos personajes que son tan delirantes como se podría esperar. Un excelente complemento que supera en muchas ocasiones a la historia principal, proporcionándonos un tomo de lectura equilibrada. Timothy Green II encaja perfectamente en el estilo cartoon en el que se desarrolla la historia, alejando a los personajes de cualquier aspecto «Disney», eso sí. Su trabajo da gran valor a este «complemento» que, en realidad, no lo es tanto y que actualiza el origen de Mapache Cohete, o eso me han comentado, ya que no he leído aún la historia original de Mantlo, sólo su psinopsis.

En definitiva, un tomo agradable que tal vez no llegue al nivel de las aventuras cósmicas anteriores escritas por Abnett y Lanning, pero  que siguen entreteniendo y dejando buen recuerdo. Es más, espero ya impaciente la continuación de la historia, la miniserie USA llamada: «Annihilators: Earthfall», especialmente ahora que el apartado cósmico de Marvel parece que ha caído en manos de Brian Michael Bendis para preparar el camino a las películas de los Guardianes de la Galaxia y la continuación de Vengadores y, por tanto, no sabemos qué esperar.

Ecos

Ecos, escrita por Joshua Hale Fialkov y dibujada por Rahsan Ekedal, es la última obra que he leído este fin de semana. Prestada por una buena amiga, he de reconocer que no esperaba que su lectura me absorbiera tanto, hasta el punto de disfrutarla por completo en apenas 30 minutos. A pesar de que me la hubieran recomendado 3 ó 4 personas y que más o menos tuviera idea de su argumento, lo cierto es que esta historia sobre un asesino en la que nada es lo que parece, o sí, merece ser leída sin que yo destripe nada. Por lo tanto, mi única recomendación es que la leáis si no lo habéis hecho ya, y que disfrutéis de la excelente edición española en la que, a pesar de haber reducido el tamaño por alguna enigmática razón, hay un buen montón de extras, incluido el guión completo del primer número.

Holy Terror de Frank Miller.

Creo que con este cómic puedo afirmar categóricamente que es el peor cómic que he leído en mi vida. El peor. Y yo he leído toooooodos los X-Men de los 90.Vamos, que los X-Man y los X-Men Unlimited noventeros son una joya al lado de esto. Tengo que decir que, habiendo leído críticas y comentarios terribles sobre la obra,  jamás pensé leer Holy Terror hasta que un amigo librero me cedió su ejemplar diciéndome, literalmente, «quiero que te lo leas porque es tan horrible que no se ha vendido ni uno ni creo que lo haga. Ni los fans de Miller se lo llevan». Así que, con mi ejemplar prestado en mano, ayer procedí a su lectura (por decir algo) y estuve a punto de tirarlo por la ventana. Pero recordé que tenía que devolverlo y no lo hice.

Frank Miller nos «regala» una historia en la que Batman Fixer y Catwoman Ladrona Felina se enfrentan a Al-Qaeda durante el ataque que una célula terrorista realiza a Nueva York Empire City. Una historia en la que apenas hay diálogos, llena de splah-pages que tratan de impresionar y ocultar la falta de una razón para su existencia, con un uso del color muy raro e injustificado (¿suelas de zapatillas naranjas?) y en la que Miller saca lo peor que puede usar un escritor: giros argumentales innecesarios, personajes secundarios que no vienen a cuento (todos los personajes que salen menos Fixer y Ladrona Felina), cero sensación de peligro, onomatopeyas ridículas, diálogos vergonzosamente forzados y chulescos, deus ex machina que dan hasta pavor de lo mal introducidos que están…

Todo ello por los 29 eurazos que Norma ha decidido que la gente pague por la edición en cartoné de la obra bajo el lema «El Batman contra Al Qaeda que  (en DC) no se atrevieron a publicar». Normal que no se atrevieran. Es un insulto a los lectores. En fin.